A diferencia de lo que ocurrió en Irak, Siria nunca ha negado que posee arsenales de gases neurotóxicos y capacidad para desplegarlos en el campo de batalla. Su utilización a escala masiva e indiscriminada, sin embargo, es una cuestión aún no confirmada y verificada.
En estas circunstancias, quienes apuestan por la guerra contra Siria no aprenden la lección de la mentira de las armas de destrucción masiva de Irak o de «armar a los enemigos de mis enemigos». No se defiende a los sirios bombardeando Siria y empeorando su situación.