La multitudinaria respuesta que se repite durante los últimos años pone de manifiesto que una parte significativa de la población va a seguir apoyando y protegiendo a los presos, aunque ETA haya cesado. Pero al mismo tiempo pienso que ese apoyo, en el terreno concreto de las soluciones es un respaldo más sentimental, articulado en torno a viejas consignas como ‘presoak etxera, amnistia osoa’, que tanto se gritaron el sábado y que tienen muy poco que ver con el paso dado por los presos al inclinarse por tratamiento individualizado que nunca derivarán en una amnistía sino en un indulto para conseguir el ‘presoak etxera’.
La mayoría de esa masa social ha estado adoctrinada en las antípodas de lo que ahora se explica y justifica como una decisión a favor del proceso de paz, cuando hasta hace muy pocos meses, desde hace más de treinta años, era la salida de los traidores y de los arrepentidos. No creo que el comunicado de los presos en este punto haya generado ilusión y satisfacción en toda esa masa social que funciona con las claves de antaño.
Sin embargo, es cierto que la dirección de la izquierda abertzale ha recibido con satisfacción el paso dado, pues se corresponde con el pragmatismo legalista puesto en marcha con la aceptación de la Ley de Partidos.
Y por último nos queda referirnos a la izquierda abertzale. Los hechos que se vienen produciendo ponen de manifiesto que los dirigentes de este movimiento no son capaces aun de ejercer su autonomía para pedir a ETA su desarme y disolución. Ellos saben que ETA ya está amortizada y que su continuidad formal actúa como un verdadero factor de bloqueo.
En el libro “El tiempo de las luces”, preguntado si mientras haya presos habrá ETA, Otegi responde que la pregunta que necesitan formular es: ‘¿interesa al Gobierno de los enemigos de la paz que ETA siga estando presente?’ Y acto seguido responde: ‘Sin lugar a dudas, sí, porque entiende que esa presencia facilita y le da una coartada que necesita no solo para mantener una posición inmovilista sino incluso para poder plantearse posiciones claramente involucionistas’. Siendo esto así, ¿qué hace la izquierda abertzale callada?
Xabier Gurrutxaga en El Correo de ayer