Este enfrentamiento público entre los presos y víctimas, alentado con ostentación por los medios, me parece un gran error. Pensar que en este duelo de atardecer se va a solventar el problema moral y ético del fenómeno terrorista es, además de una equivocación, una coartada para eludir la responsabilidad real. El fenómeno terrorista de ETA es un problema vasco, un problema de la sociedad vasca. Todos estamos involucrados, a favor o en contra, de forma activa o pasiva, pero nadie es ajeno a lo que nos ha pasado.
Theodor Heuss, presidente de Alemania, refiriéndose a la época nazi, dijo en 1952, con una valentía que no se ve en nuestras instituciones, «esta es una vergüenza que nadie nos podrá arrebatar». Los presos son una parte del fenómeno terrorista, la más visible, y añado, aunque sorprenda a más de uno, no la más inmoral. Derrotado ya de forma rotunda y sin matices el terrorismo de ETA, a los presos se les presenta recurrente un pensamiento, aunque son poquísimos los que tienen el valor de ponerle palabras y voz: «Nosotros no decidimos solos matar. Hubo mucha gente que nos pidió, que nos aplaudió, que nos dijo que matáramos. Nosotros estamos cumpliendo el castigo por lo que hicimos, pero ¿dónde está ahora toda esa gente?».
Esta foto patética de sesentones del otro día sólo es un acto más de esos ‘otros’ para tener la conciencia tranquila. Los que no quieren reconocer la locura del terrorismo, la sinrazón, no son especialmente los presos, son los ‘otros’.