Cuando me enteré de lo acontecido en Brasil,
del esperpento fascista con sus hordas en pleno estasis,
pensé qué habría sucedido si el presidente estadounidense
hubiese sido Donald Trump, amigo declarado de Bolsonaro.
Deberíamos aprovechar este incidente bochornoso,
para darnos cuenta de que la democracia no está nunca asegurada,
que puede estar en peligro en cualquier momento
y que hay que trabajarla y cuidarla,
enseñar su práctica y enorgullecerse con ella.
A los fascistas se les conoce, se sabe quienes son,
lo que piensan y lo que quieren hacer en cuanto vean
una mínima posibilidad de éxito.
El "fenómeno" Trump ha envalentonado a la extrema derecha,
no solo en EEUU sino en todo el mundo,
y ahí se puede incluir eventualmente parte de la derecha “clásica”,según como vayan las cosas, tal como puede verse en España.