Es evidente que cuarquier "persona normal" pueda estar preocupada por si dentro de un año, tras las elecciones generales, nos encontramos en España con un grupo de mamarrachos violentos asaltando el Congreso y la Moncloa, como el domingo en Brasil o hace dos años en el Capitolio norteamericano.
Así que tenemos que dar un mensaje de tranquilidad: no.
O al menos es lo que quiero creer.
España no es Brasil, aquí no tenemos una derecha empeñada en cuestionar la democracia como Bolsonaro. Pero sobre todo, lo de Brasil no es un estallido repentino, son décadas de cocción a fuego lento: Bolsonaro lleva al menos 30 años cuestionando la democracia, arrojando sombras sobre los procesos electorales y deslegitimando a sus rivales. Solo así se entiende el reventón del otro día, que haya tanta gente dispuesta a comprar la trola conspiranoide.
Así que tenemos que dar un mensaje de tranquilidad: no.
O al menos es lo que quiero creer.
España no es Brasil, aquí no tenemos una derecha empeñada en cuestionar la democracia como Bolsonaro. Pero sobre todo, lo de Brasil no es un estallido repentino, son décadas de cocción a fuego lento: Bolsonaro lleva al menos 30 años cuestionando la democracia, arrojando sombras sobre los procesos electorales y deslegitimando a sus rivales. Solo así se entiende el reventón del otro día, que haya tanta gente dispuesta a comprar la trola conspiranoide.
El asalto golpista de Brasil no ha ocurrido de repente. Son al menos treinta años de no aceptar por las buenas las derrotas electorales. Solo así se explica que tanta gente compre su relato. Por suerte nosotros estamos muy lejos de eso, ¿verdad?