Admito que me extrañó el pasado jueves escuchar a todo un delegado del gobierno socialista en Madrid arremetiendo contra los "patrioteros de pulsera" mientras ponía en valor el trabajo parlamentario de EH Bildu o ERC durante la legislatura que ahora acaba. Me resultaba demasiado bonito para ser verdad:
"Esos supuestos enemigos de la patria, de España, a lo largo de estos últimos cinco años han hecho mucho más por todos los españoles y españolas, es decir, por España, de lo que han hecho todos los patrioteros de pulsera juntos".
La verdad es que me extrañó tanta contundencia, tanta honestidad, tanta verdad en boca del representante de un partido que tiende siempre a templar gaitas, pero recordé al expresidente Rodríguez Zapatero el lunes en la Cope poniendo en su sitio a Herrera y sus tertulianos cuando estos cuestionaban la desaparición de ETA y por un momento pensé que los socialistas por fin habían decidido dar un puñetazo en la mesa, dejarse de medias palabras y empezar a llamar a las cosas por su nombre.
Pero la verdad duró poco. Enseguida pidieron perdón, uno y otro, por decir la verdad.
¿Acaso no es verdad todo lo que dijo el delegado del Gobierno de Madrid?
¿Acaso no es verdad que los patrioteros de pulsera siembran el odio, la desafección, el miedo, y que por el camino que vamos, las cosas no solo no van a mejorar sino que nos vamos a ver de nuevo metidos en la noche de los tiempos?
"Esos supuestos enemigos de la patria, de España, a lo largo de estos últimos cinco años han hecho mucho más por todos los españoles y españolas, es decir, por España, de lo que han hecho todos los patrioteros de pulsera juntos".
La verdad es que me extrañó tanta contundencia, tanta honestidad, tanta verdad en boca del representante de un partido que tiende siempre a templar gaitas, pero recordé al expresidente Rodríguez Zapatero el lunes en la Cope poniendo en su sitio a Herrera y sus tertulianos cuando estos cuestionaban la desaparición de ETA y por un momento pensé que los socialistas por fin habían decidido dar un puñetazo en la mesa, dejarse de medias palabras y empezar a llamar a las cosas por su nombre.
Pero la verdad duró poco. Enseguida pidieron perdón, uno y otro, por decir la verdad.
¿Acaso no es verdad todo lo que dijo el delegado del Gobierno de Madrid?
¿Acaso no es verdad que los patrioteros de pulsera siembran el odio, la desafección, el miedo, y que por el camino que vamos, las cosas no solo no van a mejorar sino que nos vamos a ver de nuevo metidos en la noche de los tiempos?