En las próximas elecciones, nos jugamos que determinados compromisos democráticos avancen sin retrocesos o que, por el contrario, le abramos la puerta a la negación y al abandono.
Los procesos de lucha por la dignidad, como tantas veces nos ha demostrado la historia, también sufren regresiones. Lo estamos viendo en muchos países democráticos en los que los avances en igualdad de género o en reconocimiento de la diversidad sexual están siendo frenados y cuestionados, y lo estamos viendo estos días en nuestro propio país.
Recordemos que solo a través de ese poder inalienable que supone el ejercicio de nuestro derecho de sufragio, nos jugamos que determinados compromisos democráticos avancen sin retrocesos o si, por el contrario, le abrimos la puerta a la negación y al abandono.