Miguel Delibes retrató, de manera magistral y descarnada, en Los Santos Inocentes, la España franquista de los años 60.
Hay personas (lamentablemente parece que cada día más) que aspiran y reclaman una sociedad como aquella que retrató Delibes en su libro Los Santos Inocentes, una obra literaria que, de forma fiel y magistral, llevó a las pantallas el cineasta Mario Camus: una sociedad injusta, gris, clasista, desigual, excluyente, de moral ultracatólica y conservadora; una sociedad de señoritismo y privilegios; de sumisión, desesperanza y pobreza para las mayorías.
Pero lo peor de todo esto no es que queden fascistas (de nuevo corte, o tradicional), entre las élites económicas y en los sectores más acomodados de la sociedad (eso ya lo sabíamos) Lo más grave y preocupante es que otra mucha gente, gente trabajadora y humilde, esté dispuesta a ejercer de Paco y de Régula para “los señoritos”.
Porque es eso lo que, ignorantes o indolentes, soberbios, ufanos y convencidos, defienden, tanto en las tabernas como en las urnas. Sin un atisbo de duda. Con tan poca de vergüenza como falta de amor propio.
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