La retórica y la escenografía trumpianas durante la histórica jornada no deben distraer de la realidad de que se trata apenas de un primer paso, aunque importante e imprescindible, de una senda muy complicada porque gira en torno a un conflicto que ha sacudido Oriente Próximo.
No se puede pasar página sin más de lo que ha sucedido.
Al menos otros 60 cadáveres de civiles fueron recuperados ayer entre los escombros de una Gaza completamente arrasada, elevando la lista de palestinos víctimas del Ejército israelí a 67.869 muertos y al menos 170.105 heridos. A su vez, 28 familias israelíes tenían la confirmación de que sus seres queridos no volverían vivos.
Mientras, en el Parlamento israelí y ante un Donald Trump agasajado en una ceremonia hiperbólica, el primer ministro israelí se jactaba de haber cumplido los objetivos de la guerra que el mismo declaró. De nuevo, faltó a la verdad. Ni su ejército ha liberado a los rehenes, ni ha destruido a Hamás, ni se vislumbra un futuro viable para Gaza en las actuales condiciones de destrucción casi completa.
No se puede pasar página sin más de lo que ha sucedido.
Al menos otros 60 cadáveres de civiles fueron recuperados ayer entre los escombros de una Gaza completamente arrasada, elevando la lista de palestinos víctimas del Ejército israelí a 67.869 muertos y al menos 170.105 heridos. A su vez, 28 familias israelíes tenían la confirmación de que sus seres queridos no volverían vivos.
Mientras, en el Parlamento israelí y ante un Donald Trump agasajado en una ceremonia hiperbólica, el primer ministro israelí se jactaba de haber cumplido los objetivos de la guerra que el mismo declaró. De nuevo, faltó a la verdad. Ni su ejército ha liberado a los rehenes, ni ha destruido a Hamás, ni se vislumbra un futuro viable para Gaza en las actuales condiciones de destrucción casi completa.
El daño que Netanyahu le ha causado a Israel ha sido inmenso. Su país está más aislado que nunca. Lo único que separa al primer ministro israelí de rendir cuentas por los crímenes cometidos en Gaza es el apoyo incondicional de EE UU, escenificado ayer sin reservas por Trump en Jerusalén. Lejos de mostrar el más mínimo remordimiento, el líder ultraderechista israelí confirmó su ambición de quedar como un héroe para su país.
Tras el eslogan “paz en Oriente Próximo”, se abre en realidad un periodo de incertidumbre, presiones, cálculos políticos y geometrías de poder que hacen muy arriesgado cualquier vaticinio salvo el deseo de que las armas no vuelvan a ser utilizadas. Lo único concreto, que debe ser celebrado, es el intercambio de cautivos.