El alto, el fuego en Gaza, que de momento parece estarse manteniendo no tiene detrás un proceso ni mecanismos para prevenir ataques y avances, israelíes, ni para forzar al ejército israelí a retirarse.
Mientras Trump habla del éxito del plan de paz, los israelíes mantienen los dedos en los gatillos de armas que siguen apuntadas a la población civil de Gaza. (martin.gak)

domingo, 12 de octubre de 2025

Israel puede ganar batallas militares,
pero hoy está perdiendo, o ha perdido ya,
la guerra que más le importa: la mediática.

 En Oriente Medio no solo se libran guerras en los túneles de Gaza ni en las fronteras del Líbano. Hay otra batalla que Israel lleva décadas cultivando con precisión quirúrgica y que hoy, dos años después del 7-O, se le ha escapado de las manos: la guerra mediática. Porque si la fuerza militar asegura victorias inmediatas, es la narrativa la que sostiene legitimidades a largo plazo. Y en esa guerra de relatos, de palabras y de percepciones, Israel está perdiendo lo que más le importa: la capacidad de controlar cómo se le cuenta.

Durante años, Tel Aviv supo imponer un marco comunicativo sólido. “Seguridad”, “terrorismo”, “autodefensa”: cada palabra escogida, repetida y amplificada en medios internacionales construía un imaginario en el que Israel aparecía como un Estado sitiado, obligado a reaccionar ante amenazas existenciales. Esa elección no era inocente. No se hablaba de “ocupación”, sino de “conflicto”. No se hablaba de “colonias ilegales”, sino de “asentamientos”. No se hablaba de “bloqueo”, sino de “control de seguridad”. La semántica era la primera línea de defensa. Y durante mucho tiempo funcionó.

Pero algo ha cambiado en los últimos meses. La narrativa israelí ya no monopoliza la conversación. Ha dejado de ser el marco dominante. Y en política internacional, perder el marco es perder la mitad de la batalla.

Lo que Israel está perdiendo no es solo apoyo en manifestaciones internacionales o en ciertos parlamentos occidentales. Está perdiendo la batalla cultural: la percepción de quién es víctima y quién victimario.


Manfestación en Barcelona tras la detención
de la flotilla humanitaria que viajaba a Gaza. 
Alejandro García/EFE
www.eldiario.es/opinion/tribuna-abierta/
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