El tan anunciado y manoseado ‘plan de paz’ de Trump busqua romper la tendencia a aislar a Israel del mundo democrático, transmitirnos la una idea de que lo malo ya pasó, generar una ilusión de esperanza y dejar caer en el olvido los crímenes cometidos por Israel. Que se le vuelva a aceptar sin rechistar en el basket, el fútbol o la música internacional europea.
Todo eso sin que ese Estado ni sus dirigentes asuman responsabilidad alguna ni cambien su comportamiento de fondo. Esos objetivos quedaron patentes durante el largo discurso de Trump ante el Parlamento israelí, horas antes de proclamar su paz en Egipto.
Y debemos intentar que no lo consiga.
Y debemos intentar que no lo consiga.
La prueba de que el plan de Trump para Gaza es una pantomima es que nunca ha buscado que la sensación de paz llegue a los palestinos. No fueron tenidos en cuenta durante su formulación ni ha cambiado en nada el ‘apartheid’ que Israel les impone a diario.
lectura.kioskoymas.com/Haizam Amirah

¿Acaso puede haber paz sin que haya justicia, igualdad de derechos, libertad y garantías para la coexistencia segura para ambos pueblos?
La farsa de Trump trata de generar una ilusión de esperanza mientras se mata cualquier atisbo de esperanza real respaldada con hechos. Gaza es, una vez más, un campo de pruebas de ese mundo de impunidad y ‘hechos alternativos’ que los extremistas quieren imponernos a todos.
lectura.kioskoymas.com/Haizam Amirah
¿Acaso puede haber paz sin que haya justicia, igualdad de derechos, libertad y garantías para la coexistencia segura para ambos pueblos?
La farsa de Trump trata de generar una ilusión de esperanza mientras se mata cualquier atisbo de esperanza real respaldada con hechos. Gaza es, una vez más, un campo de pruebas de ese mundo de impunidad y ‘hechos alternativos’ que los extremistas quieren imponernos a todos.