¡Que fácil es criticar a un dictador por su falta de talante democrático cuando, además de asesino y personaje non grato, es pobre. Pero si el jodido militar o el dictadorzuelo trajeado gobierna, dirige o explota un país con importantes recursos naturales, la cosa cambia y los intereses de estado pasan a ocupar parte importante de los razonamientos oficiales para justificar las sonrisas, los besos y los abrazos.
El Gobierno espera que la visita a España del mandatario libio, antes terrorista, ahora simplemente jefe de estado, Muammar Al Gadafi, abra la puerta a la firma de contratos para las empresas españolas en el país árabe por un montante superior a los 11.800 millones de euros.
Si París valía una misa, por esa parta se pueden dar muchas muestras de cariño y afecto. ¡Y así va la política internacional!