En las elecciones autonómicas del domingo en Castilla y León el PP perdió un Gobierno de coalición confortable con un Ciudadanos en derribo y que no daba problemas y lo ha cambiado por un futuro incierto en manos, literalmente, de la extrema derecha.
Y creo razonable recordar que Mañueco ha ganado las elecciones, sí, pero solo con dos escaños más respecto a los comicios de 2019, que fueron el suelo histórico del partido en esa comunidad. El PP ni siquiera se beneficia de la debacle de Ciudadanos que parece engordar exclusivamente a los ultras.
Y creo razonable recordar que Mañueco ha ganado las elecciones, sí, pero solo con dos escaños más respecto a los comicios de 2019, que fueron el suelo histórico del partido en esa comunidad. El PP ni siquiera se beneficia de la debacle de Ciudadanos que parece engordar exclusivamente a los ultras.
Las noches electorales dejan resacas de difícil digestión cuando nada sale como se había previsto. La duda a partir de hoy será hasta dónde se cuestionará el liderazgo de Casado en el seno de su partido.
Cuando Ayuso copia a Abascal, lo frena; cuando Casado lo intenta, lo impulsa. Su primera derrota en esta convocatoria sin sentido llegó con la llamada de auxilio a la presidenta madrileña para que acudiera a remontar la campaña.
Se lo van a recordar día sí y día también.
O Casado pega un golpe en la mesa, renuncia claramente a gobernar con Vox, y se abra a un acuerdo que pueda llevar a la abstención del PSOE en esa comunidad o dentro de su mismo Partido encontrará a sus mayores enemigos políticos que ya están muy nerviosos con el futuro a corto plazo y no van a tardar en pedir su cabeza.
Se lo van a recordar día sí y día también.
O Casado pega un golpe en la mesa, renuncia claramente a gobernar con Vox, y se abra a un acuerdo que pueda llevar a la abstención del PSOE en esa comunidad o dentro de su mismo Partido encontrará a sus mayores enemigos políticos que ya están muy nerviosos con el futuro a corto plazo y no van a tardar en pedir su cabeza.