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miércoles, 5 de octubre de 2022

El "hijab", indiscutiblemente,
es un símbolo de sumisión de la mujer.
Aceptarlo o permitirlo es defender su sumisión.

El "hijab" no sólo es una prenda de tela que usan las mujeres musulmanas para cubrir sus cabezas, es el paradigma de la discriminación y del sometimiento que éstas han de observar hacia los hombres. 
A ellas se les hace creer que vivir sometidas es una decisión libre que toman por ellas mismas, cuando no es así. Para la mayoría de las mujeres que han abandonado el "hijab", la cuestión no admite dudas: es signo de sometimiento de la mujer y, por tanto, inaceptable. 
El velo y la forma de vestir (sólo pueden vérseles la cara y las manos) son un símbolo machista, con lo que la mujer demuestra que pertenece a su marido, por lo que debe tapar su cuerpo para no provocar el deseo de los extraños, así como para evitar cualquier trato con varones que no pertenezcan a su familia. 
La ley coránica exige obediencia a Alá, y esa ley fue directamente entregada por Dios a su profeta Mahoma, por lo que una buena musulmana nunca podrá aceptar una ley o norma que entre en contradicción con el Corán, de ahí deriva su acatamiento y sumisión al hombre.
No entiendo a todas aquellas personas que sólo ven en el "hijab", "chador", "melfa", "burka", etc. unas prendas de vestir de uso "voluntario". 
Alegar tradición religiosa o cultural para imponer una forma de vestir atenta contra el derecho a la libertad de esas mujeres. 
No podemos llamar "libertad" a la negativa de que una persona pueda ser y actuar como ella misma desearía para ser sumisa, en cuyo caso sólo podemos hablar de esclavitud.