en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

miércoles, 19 de octubre de 2022

Ningún progresista pueda defender
el poder indefinido y vitalicio,
aunque sea en la sociedad china.

A estas alturas del congreso pocas sorpresas cabe esperar del encuentro quinquenal del mayor partido del mundo, el comunista chino, con 96 millones de afiliados.

Las decisiones ya se han tomado antes de que los delegados las aprueben con unanimidad oceánica. Y ya se conoce perfectamente la de mayor trascendencia: La continuidad de Xi Jinping como líder supremo, y que abre el camino a un liderazgo vitalicio, al estilo de los Papas católicos o de los dictadores que consideran que "para mandar, mejor que yo, ninguno".

El culto a la personalidad siempre lo he relacionado con sociedades poco evolucionadas socialmente y democráticamente, y dirigidas bajo un esquema de sociedades conservadoras, de derechas y medio dictadorzuelas, y siempre alejadas de un esquema de izquierdas, o mínimamente progresista.

Pero es que, a que los que le rodeen y le aplaudan con las orejas al lider supremo" haga lo que haga, porque son políticos parásitos dependientes de la continuidad permanente de su "amado líder", les puede el deseo de perpetuarse en el poder, y este deseo suele ir acompañado de una desconfianza absoluta de los "ajenos a su chiringuito" y favorece el aumento enfermizo del control social mediante las tecnologías digitales, de la represión de la disidencia y las minorías. 

Y esto es lo suficientemente serio como para que ningún progresista pueda defender el poder indefinido y vitalicio, aunque sea en la sociedad china.