El nuevo acuerdo es abiertamente desigual. De la información conocida hasta el momento sabemos que Estados Unidos impone aranceles del 15% a todas las importaciones europeas y a cambio, la Unión Europea se compromete a no aplicar ningún arancel a las exportaciones estadounidenses.
En una ironía histórica, es hoy China quien amenaza la hegemonía de Estados Unidos. Ya no es solo la fábrica del mundo; es también uno de los centros de innovación global. Y con esa ventaja, su apuesta por el libre comercio no es ideológica, sino pragmática.
Y lo que está en juego no es solo el nuevo orden mundial, sino el futuro político de una Europa que, si no reacciona, corre el riesgo de quedar atrapada entre su dependencia energética, su debilidad productiva y tecnológica y su creciente irrelevancia estratégica