Ya se que es simplemente una tradición y que como tal, algunos creen que no hay que perderla (¿?). Ya se que no hace mal a nadie, que me delata mi ideología laicista y que hasta puede ser visto por muchos como "un momento emotivo y bonito", que simboliza el "enraizamiento" del Club y de sus miembros, además de la siempre presente Iglesia Católica, Apostólica y Romana, en lo más profundo e íntimo de la sociedad vasca. Vale. Ahora bien, reconocerán igualmente que la presencia de ciertos jóvenes bilbaínos, por muy de la primera plantilla del Athletic que sean, entrando en la iglesia una vez al año, puesto que ni son practicantes ni tienen por qué serlo, o la de judadores del equipo de baloncesto, procedentes de la Tximbamba, y a quienes hay que explicarles previamente que es eso del "manto protector de la amatxu" y que se muestran en el acto igual que si estuviesen en una visita comercial, resulta, cuando menos, llamativo y "folclórico versión s.XIX".
Sin ánimo de herir susceptibilidades, creo que la sociedad vasca es lo suficientemente madura como para distinguir lo claramente laico y aconfesional, como sin duda son y deben de seguir siéndolo las entidades deportivas, con las tradiciones más o menos justificadas, y claramente actualizables a la actual realidad de una sociedad que sabe distinguir lo que es de Dios, para el que lo tenga, lo que es del Cesar, ese sí que es de todos querámoslo o no, y lo que no es ni de uno ni de otro, ocio puro y duro para los más y negocio para los directamente implicados.
En cualquier caso, recen o no en las concentraciones, se santigüen o no tras un gol o una canasta, ¡Aupa Athletic y Aupa Bilbao Basket!