en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

lunes, 24 de octubre de 2011

Nada y así sea

Suscribo al 100% el artículo firmado por Txema Montero y publicado ayer en el diario DEIA. Tantas veces hemos usado el término histórico para referirnos a un acontecimiento o suceso colectivo que ha perdido gran parte de su valor. Si hablamos de política, en mi vida tengo registro de dos hechos realmente históricos: la muerte de Franco y el cese definitivo de las actividades de ETA.


Estos dos acontecimientos, el uno verificado y el otro por verificar, son en mi opinión las dos caras de una misma moneda franquista que hemos tardado 34 años en sacarla de circulación. Franco y ETA son causa y resultado y poco más. ETA declaró unilateralmente la guerra a Franco, quien a su vez se la había declarado unilateralmente a la democracia republicana y vasca. Franco, victorioso, murió en la cama y ETA, perseverante, prosiguió su guerra contra "el franquismo sin Franco", como llamó (y demasiados lo repetimos) a la Transición democrática.
Un tercio de siglo después, ETA declara unilateralmente el cese de actividades, confirmando de esa manera lo dicho hace muchos siglos por el filósofo chino: "La naturaleza de la guerra determina la naturaleza de la paz". Es decir, a la guerra declarada unilateralmente le corresponde una paz declarada unilateralmente.
¿Y por qué lo ha hecho ETA? Respondo haciendo propias las reflexiones del filósofo, militar y teórico alemán Carl von Clausewitz sobre la guerra: "Todo ataque que no lleva a un armisticio o a la paz debe concluir necesariamente en una defensa". ETA, ante la imposibilidad de conseguir un armisticio o la paz, rechazados por el Gobierno español tras anteriores tentativas fracasadas por culpa de la propia ETA, ofrece una declaración unilateral de paz en un forzado ejercicio de defensa, consecuencia de la imposibilidad de conseguir sus objetivos. Con el cese de sus actividades militares, pretende ponerse la venda antes de tener la herida, la derrota sin paliativos.




En el camino de tan enorme desvarío han quedado vidas, patrimonios, ilusiones y negros pozos de resentimiento. Pretendiendo hacer el bien, la liberación de los vascos, ETA solo ha conseguido el mal. Es una historia antigua. Pablo había escrito a los romanos en su Epístola (7.18): "Querer es uno de mis poderes, pero hacer el bien no. De modo que no hago el bien que quiero, aunque hago el mal que no quiero. Y si hago lo que no quiero, no soy yo el que lo hace, sino la fuerza del pecado que habita en mí". Si de política hablamos, esa "fuerza del pecado" no es otra que la virtud política pura, ese sueño de todo revolucionario, también de todo terrorista; y así, en la búsqueda del bien absoluto (para ETA la independencia y el socialismo) apareció el crimen y la desolación. Y queriendo hacer el bien, conseguimos el mal.
El Estado recogió el guante que ETA le lanzó. El estado franquista, con la represión en masa. El estado democrático siguió su propia evolución. En un principio, alternando franquismo con democracia; en una fase de combinación de guerra sucia con intervención democrática que podríamos llamar leGALidad. Posteriormente, y según se iba afianzando democráticamente, el Estado pasó al uso exclusivo de los tribunales, la colaboración francesa y la policía, con la Guardia Civil como vencedora inapelable de ETA. Lo digo como lo siento, porque a todas las concesiones que he consentido no quiero sumar la de mi sinceridad.
En el uso de los tribunales, leyes especiales y policía se cometieron, se están cometiendo, arbitrariedades, ilegalidades y excesos muchas veces no corregidos. Me refiero a las torturas, ilegalizaciones y sentencias en aplicación del derecho penal del enemigo. Quien así actúa desconoce las enseñanzas del Libro del señor Shang, y debe atenerse a las consecuencias de su ignorancia: "El castigo genera fuerza, la fuerza genera poder, el poder genera sometimiento, el sometimiento genera virtud". No es otra cosa lo que ha sucedido con la izquierda abertzale. La ilegalización le ha dado fuerza electoral; la fuerza electoral, poder institucional; el poder institucional, sometimiento a las reglas del juego democrático; el sometimiento a las reglas, virtud, es decir, reconocimiento. Mientras tanto, los nostálgicos, medios de comunicación fachas y fracciones políticas, claman airados porque sienten que les acaban de birlar una guerra, e insisten en el pasado. Se comportan como murciélagos que no ven de día por la debilidad de su visión y por tal motivo precisan de la noche para subsistir.
Quienes miran al futuro deberán dirigir sus exigencias a Bildu-Amaiur, a su compromiso leal y efectivo con la democracia. Ese compromiso no es un simple estar, es un ser y un hacer. Es una actitud de reconocimiento continuo del otro, hasta ahora enemigo y a partir de ahora adversario o simplemente diferente. Hasta ahora no han dado muestras de tal reconocimiento, haciendo gala de una mala memoria (podría referirme a hechos vividos en primera persona) donde los otros han sido los equivocados o simplemente reducidos a la inexistencia. Además de una pésima memoria cuando se trata de las víctimas causadas en su nombre. Nada más humanamente entendible que la interpelación que las víctimas y sus familiares nos dirigen cuando recuerdan que no deben ser relegadas. Es la luminosidad de la verdad que no debe cegarnos.
No sé si el cese de la actividad de ETA es realmente irreversible. Pero debemos actuar como si lo fuera. La izquierda abertzale así lo ha entendido. El PNV y el PSOE, también. El PP trata de no perder comba por más que tenga entre sus filas a aquellos a quienes les tienta desempeñar el papel de Bismarck. Ya saben, el canciller alemán que en 1870 alteró un telegrama enviado por el Kaiser y lo presentó públicamente como pretexto para poder declarar a Napoleón III la guerra que el emperador francés no quería ni por asomo. No debemos esperar grandes cambios en nuestras vidas, que de hecho se han venido sucediendo a pesar de ETA. La modernización del país, las crisis, los éxitos, la convivencia, los desencuentros, la política, la cultura, todo aquello que sumado y decantado llamamos el hecho vasco, ha seguido su curso a pesar de ETA. Creo, sin embargo, que se van a dar cambios en la escena política con dos partidos en ascenso, Amaiur en Euskadi y el PP en España, que tratarán de polarizar el debate; y dos partidos, basamento de la vida política vasca durante un siglo, el PNV y el PSOE, que deberán reubicarse ante la pérdida de sus respectivas centralidades. Al PNV, le veo mejor posicionado tal es su olfato político y su base social y electoral. El PSE-PSOE me parece que está predestinado a su refundación.
ETA muere y sale de nuestras vidas y nos devuelve a la vida sin las muertes de ETA. A la nada de su fatal existencia le sigue el "así sea" como epitafio. ¿Qué es la vida?, le preguntó una noche de 1967 a la periodista italiana Oriana Fallaci su hermana pequeña, Elisabetta. Buscando una respuesta, Fallaci se fue a la guerra que en Vietnam libraban vietnamitas y americanos. Vio muerte y ruina. Pero volvió con una respuesta: "La vida es una cosa que hay que llenar bien, pero que cuando se ha roto no sirve para nada, y así sea". La vida de ETA, mal llenada y ya rota, no ha servido para nada, y así sea.
P.E.: A Juan Mari Uriarte, con agradecimiento por su conferencia Paz y Reconciliación de obligada lectura, impartida en la Sabino Arana Fundazioa.