Alucinados quedáronse unos amigos franceses el pasado lunes cuando, oh là là, contemplaron en su Canal + un reportaje titulado Le crépuscule d´un roi (el crepúsculo de un rey, como resulta obvio). Aclarar que el crepuscular protagonista del reportaje era el rey nuestro, un tal Juan Carlos. Los motivos de los hélas, losmon dieu o los ça alors! de mis gabachos no eran por el caso Urdangarín, ni por los elefantes abatidos, ni por las Corinnas, ni por esas gaitas conocidas de que Juan Carlos es el heredero de Franco y juró los principios del Movimiento un día de dictadura. Todo eso ya lo sabían los franceses, que saben más de nuestros delincuentes y de nuestros poetas que de los suyos. El motivo de la estupefacción de los franceses es cómo puede ser tan paleto, tan fascista o tan infantiloide nuestro príncipe Felipe como para mandar a unos guripas a evitar que una periodista francesa le preguntara sobre Urdangarín.
La reportera francesa le preguntó al príncipe si sabía algo de los negocios de Urdangarín.
Varios guardaespaldas, uno muy fuerte muy calvo y muy serio, rodearon inmediatamente a la reportera y la alejaron del príncipe un par de pares de metros. A empujones.
-Momment de panique -dice la reportera francesa en directo.
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