El Gran Hermano estaba bien montado hasta que llegó este desmadre con los móviles. Unos pocos miraban por las cámaras y unos muchos −la gran mayoría− éramos mirados. Como en 'La Ventana Indiscreta' de Hitchcock pero con Gallardón en la silla de ruedas y el ministro del Interior a lo Grace Kelly llevándole comida del Club 21. Ahora, sin embargo, desenfundamos el móvil con más destreza que Wyatt Earp el revólver. Y los que nos vigilaban han perdido sus superpoderes de invisibilidad. Y hasta ahí podíamos llegar. Va una ronda de 30.000 euros por grabar a policías y otra de 600.000 por convocar concentraciones no autorizadas frente al Congreso. Lo llaman Ley de Seguridad Ciudadana.