Las instituciones europeas nos han puesto a los vascos y vascasuna multa de 30 millones de euros por una razón muy fundamental: porque pueden.
Por si esa razón no fuera suficiente, el motivo de la sanción resulta bastante humillante, ya que la multa se ha justificado no ya en el error de las “vacaciones fiscales” sino en la contumacia de nuestros responsables políticos que, con toda clase de subterfugios, demoras e ignorancias retrasaron más de una década la reparación que se nos exigía.
No es plato de gusto de nuestras cercanísimas instituciones pasar por aro alguno. Acostumbradas, como están, a que su voluntad sea Ley, no les ha hecho ninguna gracia que Europa se muestre en esto tan implacable como acostumbran a serlo ellas mismas cuando un ciudadano “se hace el orejas” con sus propias normas. Algo que también suele terminar con la devolución de lo distraído y una multa adicional; por “listo”.
Por si esa razón no fuera suficiente, el motivo de la sanción resulta bastante humillante, ya que la multa se ha justificado no ya en el error de las “vacaciones fiscales” sino en la contumacia de nuestros responsables políticos que, con toda clase de subterfugios, demoras e ignorancias retrasaron más de una década la reparación que se nos exigía.
No es plato de gusto de nuestras cercanísimas instituciones pasar por aro alguno. Acostumbradas, como están, a que su voluntad sea Ley, no les ha hecho ninguna gracia que Europa se muestre en esto tan implacable como acostumbran a serlo ellas mismas cuando un ciudadano “se hace el orejas” con sus propias normas. Algo que también suele terminar con la devolución de lo distraído y una multa adicional; por “listo”.
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