Lo cierto es que llama la atención la decisión de los dirigentes de Podemos de no presentarse a las próximas elecciones municipales. La razón que arguyen es que su partido «tendría dificultades para presentar candidaturas confiables y con plenas garantías de representar el espíritu de la formación». Curioso. Tenía entendido que esa formación había nacido espontáneamente del noble, bueno y sabio pueblo; que el espíritu de Podemos es el mismísimo espíritu del pueblo. De un pueblo harto de una casta que, bajo la excusa de una elección, le impide resolver de manera expeditiva los males que aquejan a nuestra maltrecha España. También había entendido que la solución que propone Podemos para acabar con el actual estado de cosas es, justamente, la participación del pueblo, una participación lo más directa y lo menos mediada posible por las oligarquías del bipartidismo. La participación del pueblo como una lluvia poderosa y persistente que limpie hasta el último recoveco de la vida económica, social y política de nuestro país.
Pues bien, en el municipalismo Podemos ha decretado sequía democrática. ¿Por qué?: porque sus líderes desconfían de que los ciudadanos y ciudadanas de nuestros municipios sean capaces de distinguir ellos solos, y sin ayuda mediática, el grano de la paja. Se ve que en opinión de los dirigentes de Podemos, el pueblo está preparado para elegir al presidente del Gobierno, pero no al alcalde de su municipio. Si al menos pudieran clonar a su líder para ponerlo en todas las alcaldías de España, pero la tecnología no lo permite. Así que los mismos que le decían al noble, bueno y sabio pueblo que con su participación directa en los asuntos públicos lo iba a arreglar todo, le dicen ahora que sí, que participen, pero no con el nombre de Podemos. No sea que se lo manchen.