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El último atentado islamista en Londres ha irrumpido de lleno en la recta final de la campaña electoral británica. La tragedia ha sobrecogido de nuevo al Reino Unido y al resto del mundo, pero las consecuencias de las noticias que se van conociendo al hilo del avance de las investigaciones policiales pueden dejar también secuelas políticas a corto y medio plazo en los británicos.
Estos fallos flagrantes, tanto de la Olicía como del Servicio de Inteligencia británico, han determinado los últimos días de campaña y quién sabe si el resultado del próximo jueves. El enfrentamiento entre May y el candidato laborista a propósito del atentado ha sido duro, recordando lo ocurrido en España tras el 11 de marzo de 2004, cuando el Gobierno 'popular' y el PSOE se enzarzaron sobre la autoría de la masacre y los socialistas montaron una campaña en plena jornada electoral criticando con dureza la gestión del PP tras el atentado.
May inició la campaña electoral con una ventaja de veinte puntos sobre Corbyn en algunas encuestas, ahora esa distancia no supera los cuatro puntos. Además, la caída de popularidad de la primera ministra es dramática. Lo que hace unas semanas parecía un paseo militar para May se ha convertido en una subida escarpada que puede no tener un final feliz.
Aunque Corbyn acepta el resultado del referéndum por el que el Reino Unido abandonará la UE, su postura es mucho menos dura que la de May. Ha dicho en la campaña que nunca irá a Bruselas con actitud "amenazante", sino para reconstruir una relación de confianza para alcanzar un acuerdo "razonable" para ambas partes.