A medida que avanza el blanqueamiento de la izquierda abertzale, arrecian los rumores de un posible pacto de izquierdas en Euskadi. El PSE-EE se siente incómodo con esta idea que sabe que le resta apoyos y favorece al PNV, que se muestra como única alternativa a liderar un Gobierno sin la presencia de Bildu.
Pero no hay temor a que se materialice. La sociedad vasca sabe que no se dan las circunstancias para que se llegue a producir a pesar de que el Parlamento vasco será, en la próxima legislatura, como ya lo ha sido en esta, mayoritariamente de izquierdas. EH Bildu, Podemos y PSE suman, con 38 escaños, la mayoría absoluta de la Cámara vasca.
JOSÉ IBARROLA Artículo de Javier de Andrés en El Correo de ayer |
A eso habría que añadir la habitual tendencia del PNV a alinearse con la izquierda. En el PNV dan un respingo cuando se les califica de derechas y tampoco les agrada que los llamen de centro. Prefieren colocarse en espacios ambiguos e interclasistas que no molestan a nadie. Sin querer alinearse, lo cierto es que su opción tradicional es la de mirar a la izquierda.
Bildu tendrá que esperar y seguir lavándose la cara. Para empezar, el efecto tóxico que tiene la izquierda abertzale en todo lo que toca, además de los problemas propios que alejan a esta formación de los gobiernos. Además, el seguir contando como líder con quien fue secuestrador de la banda terrorista ETA, lo que disuade a muchos vascos de izquierdas de votar a esa formación.
La sociedad vasca, que confía principalmente en nacionalistas, no es una sociedad independentista. Nunca lo ha sido. El PNV no fue nada hasta que los sectores moderados se hicieron con esa formación tras la muerte de Sabino Arana. El pragmatismo siempre le ha dado mejor resultado. La radicalidad, como le sucedió con Ibarretxe, lo ha alejado del poder.