
Es obvio que, al final, todos vamos a llegar, en el mejor de los casos, al mismo destino, a la foto en la balda, y se nos recordará por una mezcla de lo que hicimos y por cómo lo hicimos.
Estoy como en una atalaya desde la que puedo mirar tanto atrás y contemplar valles y cordilleras que, desde luego, han supuesto lágrimas y alegrías … como girarme y mirar lo que me queda. No sé si será mucho, o con tanto virus y tanta hostia no se si me bajaré en la próxima. Así, que he llegado a la conclusión de que no tengo tiempo para perder el tiempo. Y asumo como míos, estos cuatro puntos que me han encantado cuando los he leído:
- No tengo tiempo para eludir la confrontación cuando sea por una justa causa. Que le den al "por la paz una oración".
- No tengo tiempo para actuar en función de lo que otros puedan pensar de mí. Sinceramente, prefiero caer bien, pero si eso supone disimular, no. Y no me importa.
- No tengo tiempo para primar la jerarquía sobre la lealtad, porque la primera adocena, pero la segunda mueve. Y aún más: conmueve. Así que huyo de autoproclamados pastores y de organizaciones piramidales con casi nulos cauces de libertad de expresión. Algo de experiencia tengo en eso.
- No tengo tiempo para plegarme a un apocamiento disfrazado de discreción. Y en fin… tampoco tengo tiempo para callarme una disculpa si la cago en todo lo anterior.