Cuando Pablo Casado calificó de “aquelarre” a la reunión de una serie de mujeres de izquierdas, como la celebrada en Valencia en torno a la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, está pasándose de manera intolerable de la raya de la decencia y el respeto político y humano.
Y me da lo mismo que lo haga por malicia o por ignorancia. Dos cualidades que ya ha puesto de manifiesto en muchas otras ocasiones. Y, curiosamente, siempre que se pasa de la raya lo hace con esa sonrisa bobalicona que posiblemente sus asesores de imagen le aconsejan. Sonrisa que no resta ni un ápice de maldad, ni un átomo de torpeza, a lo que afirma e insinúa.
Aun así, y ahora en clave de humor, hay que reconocer que ...
Aun así, y ahora en clave de humor, hay que reconocer que ...