.Debe quedarnos claro a los nacionalistas que sólo el pacifismo, la condena a ETA sin paliativos y el calor a las víctimas serán coherentes con nuestras señas de identidad, tradición y acuerdo político. Lo contrario podría valer para una exigua escaramuza política, pero sería nuestra liquidación a medio y largo plazo. Quien ama y vive en la radicalidad, perece en ella.
.Sería bueno que no caigamos nunca en la tentación de utilizar a los Otegi y cía. como compañeros de viaje mientras no se separen de la violencia, por mucho que nuestra situación política sea difícil.
.Defiendo la diferencia que nos da la foralidad y desde esa diferencia podemos contribuir al progreso del Estado. Y esto es compatible con nuestra convivencia con el resto de los pueblos, regiones y ciudades del Estado.
.Toca reagrupar a todos los nacionalistas democráticos desperdigados en siglas que sólo han conseguido debilitarnos. En mi debilidad está la fuerza, clamaba San Pablo, fuerza que es posible uniendo a los demócratas que creen que Euskadi es una nación, que amando a nuestra tierra podemos tener una visión universal.
.Es evidente que una parte importante del País Vasco no se encuentra a gusto en la estructura política de España, si bien eso no da derecho a utilizar la violencia. En este país ETA es nuestro mayor cáncer.
.El entendimiento entre las grandes sensibilidades, la vasquista y la española, es deseable, necesario y bueno para el país. No hay arreglos posibles excluyendo a la mitad del país. Ni antes ni ahora. La transversalidad sigue siendo mas necesaria que nunca.