en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

viernes, 20 de enero de 2012

Las competencias fiscales y la reforma estatutaria


En el artículo publicado hoy por el diario de Vocento, Xabier Gurrutxaga le da la razón al representante de Aralar, Mikel Basabe, cuando éste le reprocha al Gobierno López que ‘no busque parches o debates que no llevan a ningún sitio’ y le insta a adoptar las iniciativas dirigidas a reformar el estatuto, a fin de que el parlamento tenga sus competencias fiscales. 

Quien quiera entrar a fondo en este debate debe saber que el mismo necesariamente conduce a la reforma estatutaria y de las leyes derivadas del mismo en esta materia. El problema real, es que los grupos que airean esta cuestión como un problema grave nunca lo han vivido como tal. 

Desde que se aprobó el estatuto, ningún grupo político de los que han intervenido en la cámara vasca en toda su historia ha planteado su reforma en esta cuestión, ni en ninguna. Es normal que el PNV no la haya promovido, porque se puede decir que es el padre de la criatura. También lo es la posición del PP, pues ya estaba muy reticente con el peso de las instituciones comunes. Tampoco los socialistas han planteado en estos treinta y tantos años ninguna iniciativa dirigida a transferir la competencia fiscal al gobierno y al parlamento. Al contrario, en este tiempo han hecho uso del entramado institucional, participando en el Gobierno y en las Diputaciones, sin que en ningún momento presentaran esta cuestión como un problema. A la izquierda abertzale nunca le ha preocupado esta cuestión, pues vivía al margen y en contra de las instituciones autonómicas. 

Ahora que gestionan la Diputación de Gipuzkoa viven el problema como parte interesada, y echan balones fuera cuando se les pregunta, diciendo que entre el foralismo y el centralismo autonómico, ellos se quedan con el estado independiente de las siete provincias. Pero mientras tanto que nadie les quite la competencia de Hacienda. 

Sería bueno que el PNV y el PP, particularmente los nacionalistas por su peso específico en el conjunto político y social, mantuvieran una posición abierta, con disposición a estudiar serena y seriamente la actualización del modelo institucional en aquellas cuestiones que el tiempo nos ha enseñado que deben reformarse. En esta materia como en otras conviene huir de la demagogia, mucho más si quienes la practican lo hacen desde la incoherencia.