Daniel Innerarity comentaba en El Diario Vasco que la crisis del euro es el típico ejemplo de lo que termina ocurriendo cuando una innovación tecnológica (como la introducción de una moneda común) no viene acompañada por una correspondiente innovación social (en este caso, una gobernanza que equilibre lo monetario con otros criterios de carácter político o social).
La unidad monetaria sin integración política supone compartir vulnerabilidades mientras que la solidaridad es insuficiente; reproduce a nivel europeo esa incongruencia que existe en el plano mundial entre la unificación de los mercados financieros y una escasa gobernanza global.
Si se globaliza el comercio mundial, si se globalizan las estructuras productivas de las grandes empresas, es muy difícil que los gobiernos sigan siendo locales. Haría falta que además se globalizara un cierto gobierno "auténtico". Y a nivel europeo, la necesidad, a estas alturas es ya urgente.