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sábado, 7 de enero de 2012

Realismo, paciencia, inteligencia


Hoy siete de enero una manifestación multitudinaria recorrerá las calles de Bilbao en apoyo a los presos de ETA. Muchos de ellos, a mi juicio la mayoría, nunca habrán participado en ningún acto de protesta contra la violencia de ETA. A buen seguro, nunca habrán sentido como propia la necesidad ética o política de criticar las acciones de ETA y de exigir el cese definitivo de la lucha armada. 

Les habría gustado que esta organización negociara con los poderes del Estado español la autodeterminación y la territorialidad de Euskal Herria, y que como consecuencia de ello se decretara de inmediato la amnistía “para los presos políticos vascos”, en aplicación del principio ‘amnistia ez da negoziatzen’. Sería el escenario ideal, donde la lucha armada habría tenido su recompensa y la razón que habría explicado su necesidad histórica y la legitimidad ética y política de su existencia entre nosotros. Pero sobre todo tal escenario habría servido de tranquilizante moral y político para esos miles de vascos que justificaron dialécticamente el uso de la violencia para conseguir objetivos políticos, sin asumir excesivos riesgos. 

Nunca habían imaginado que fuera posible la situación actual; es decir, que ETA se viera obligada a decretar el cese definitivo de la actividad armada sin tener nada a cambio en el orden político, ni siquiera en materia de presos, confiándolo todo en un futuro más o menos próximo al nuevo ciclo político y a los efectos taumatúrgicos de la nueva estrategia. 


Difícilmente se podrá mostrar la adhesión activa a esa nueva estrategia si antes en uno mismo no se ha producido la ruptura con la anterior, o si la nueva vía emprendida no tiene como fundamento el reconocimiento del error que significó la estrategia de la violencia. 

No es solo un problema de credibilidad ante los ciudadanos, también lo es de seguridad en las convicciones que se defienden. Porque la ruptura definitiva con la estrategia de la violencia debe ser ante todo y sobre todo de orden mental, que descansa en el convencimiento de la superioridad de las vías democráticas frente a las violentas y, por consiguiente, supone la renuncia al uso de la coacción y la amenaza aún cuando desde las vías democráticas no se consiga avanzar en el logro de los objetivos. 

Al igual que la amenaza es un arma inherente a la estrategia violenta; el realismo, la persuasión, la paciencia y la inteligencia lo son de la estrategia democrática. Estas cuatro armas van a ser necesarias para gestionar debidamente la cuestión de los presos de ETA, que cada vez serán más individuales y menos del colectivo. 

El realismo y la inteligencia nos dicen que si el objetivo perseguido es el de la excarcelación; es decir, ‘presoak etxera’, es mejor que se plantee así, y no bajo la bandera de la amnistía. El realismo y la paciencia deben llevar a la izquierda abertzale a entender este proceso como algo que tiene que ir madurando en la política del Estado y en la opinión española. Cualquier pretensión de acortar tiempos o acelerar el proceso como si todo el mundo pensara en esta cuestión como la izquierda abertzale o como si la sociedad española pensara como la vasca chocará con la realidad. 

Es imprescindible que la izquierda abertzale hable con claridad de estas cuestiones a los presos, para que nadie se haga falsas ilusiones. En las estrategias de negociación diseñadas por ETA nunca los presos ocuparan el punto principal de la agenda, siempre fueron concebidos como secuelas del conflicto cuya libertad estaba ya conseguida de antemano. Ahora, pasa lo que pasa. 

La persuasión y la inteligencia deben llevar a la izquierda abertzale y a ETA, a reconocer ante la sociedad el error que ha significado la práctica de la ‘lucha armada’. El reconocimiento del daño causado carece de la credibilidad necesaria y suficiente si al mismo tiempo se considera que la situación actual y la pujanza electoral de la izquierda abertzale tienen su explicación en la estrategia desarrollada en estas tres décadas. 

Una declaración pública en este sentido allanaría muchos obstáculos y ayudaría a que dentro de un tiempo razonable fuera posible el deseo de los manifestantes de Bilbao.

Publicado por Xabier Gurrutxaga en Vocento (2011-12-29)