Interesante el debate que se abre en territorios donde la expectativa de parte de su ciudadanía anda buscando la oportunidad de convocar referendums en base a derechos históricos, etc, etc ... Gurrutxaga nos recuerda en El Correo de hoy que tanto
el acuerdo de Stormont, como lo que se propone para Escocia descansan
en el principio democrático fijado por el Tribunal Supremo de Canadá
cuando examinó el caso del derecho a la secesión de Québec y
estableció como uno de los valores constitucionales de Canadá el
respeto a las decisiones que pudieran adoptar los ciudadanos de
Québec en orden a su separación. No porque tengan un derecho
reconocido, que no lo tienen, sino como consecuencia del principio de
libertad política. Frente a la estéril polémica centrada en torno
a la negación o el reconocimiento del derecho de autodeterminación,
el principio democrático de respeto a la voluntad ciudadana
expresada en las urnas expresamente convocadas al efecto permite
avanzar en un terreno más eficaz y donde el acuerdo puede ser más
probable.
Interesante cuestión que nos podría ahorrar más de un debate estéril, frustrante, cargante y profundamente innecesario.