Las soluciones a esta desgraciada situación en la que nos encontramos, con conflictos sociales cada vez más dramáticos y problemáticas territoriales sin solución, no ya definitiva, sino con grandes desacuerdos a corto y medio plazo, han de ser extraordinarias y ambiciosas, por lo que creo sinceramente que es necesario impulsar un Nuevo Proceso Constituyente para un nuevo proyecto de país, que supere este régimen cuya representación es una monarquía heredada del franquismo y opaca en la gestión económica y patrimonial, con graves casos de corrupción en su seno.
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Cabe recordar que siete de cada diez personas que hoy tienen derecho a voto en España no pudieron votar la Constitución de 1978 y mucho menos participar en su elaboración. Sin embargo, las demandas sociales exigen una nueva relación entre representantes y representados, con una mayor participación de la ciudadanía en los asuntos públicos. No es una cuestión técnica sino política pues las nuevas tecnologías permiten imaginar mecanismos de participación social y de control ciudadano de la actividad política que signifiquen una profundización democrática.