Resulta que ahora soy nazi. Lo dicen la Cospedal y la Cifuentes, dos señoras que no desentonarían de extras en un desfile en Nüremberg, en 1939, perdidas entre una muchedumbre vociferante, un bosque de pelo rubio y ojos azules, todo sonrisas y brazos en alto aclamando a Hitler. Algo de verdad debe de haber en la afirmación puesto que de nazismo estas dos saben un montón: se criaron entre cachorros de extrema derecha, amamantándose en las tetas mismas del franquismo y medrando a la sombra de un partido político que no es más que una mutación genética de la dictadura, una metástasis de Fraga sólo que adaptado a los nuevos tiempos, es decir, con menos lecturas y más laca.
Muchos sospechamos que la célebre niña de Rajoy (aquella de los chuches a los que no iba a subir el IVA) era un remiendo de la niña de El exorcista, una pobre criatura que hablaba poseída por un ventrílocuo cenizo con barba y gafas. Ahora descubrimos que no, que la niña son dos, por lo menos, si no son tres o cuatrocientas, que todas estas Cospedales, Cifuentes, Esperanzas, Fátimas y Sorayas son más bien las niñas del Brasil clonadas ideológicamente a partir de unas gotas de sangre del Caudillo, las terroríficas muñecas de Famosa que se dirigen al portal a piñón fijo, hacia una España grande, libre, católica y apostólica. También es mala suerte, tanto feminismo para esto.
Resulta que, según las niñas del Brasil, el 25 S es igual que el 23 F, que un coronel de la guardia civil, pistolón y mala leche, que entró pegando tiros al techo del Congreso es exactamente lo mismo que un pobre jubilado con una pancarta y que un joven airado harto de que le roben, le expriman y le expropien. Resulta que en este país, donde tantas veces los militares y los hijos de papá han tomado el poder por sus cojones, ya es lo mismo el ruido de sables que el ruido de tupper.
Habrá que recordar a estas niñas del Brasil, que al fin y al cabo no han leído tanto como Fraga, que Adof Hitler se aupó hasta el pedestal más alto de Alemania precisamente gracias a la democracia y que el nazismo consiste básicamente en desposeer al pueblo de sus derechos elementales, en transformar a los electores en ovejas obedientes y en dividir a la sociedad en ciudadanos de primera, ciudadanos de segunda y elementos nocivos que hay que segregar primero y exterminar después, ya sean judíos, gitanos, moros, comunistas o emigrantes. Es decir, chusma. Es decir, pobres.
¿Qué es ser nazi, Cospedal? ¿Y tú me lo preguntas? Nazi eres tú.