El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

miércoles, 26 de febrero de 2014

¿Unilateralidad con dos lados?

Es lo que tiene llegar tarde a todo: que la historia que una vez fue tragedia se reproduce finalmente como farsa. 
Las y los verificadores internacionales a los que ETA ha recurrido (¿o cómo ha sido eso?) para escenificar su desarme traen consigo, según parece, experiencias referidas a situaciones bien trágicas: Ram Manikkalingam carga sobre sí con la guerra civil de Sri Lanka (con casi 100.000 muertos); Ronnie Kasrlis con el infame apartheid de Sudáfrica; Chris Maccabe con los conflictos de Irlanda del Norte y de Kosovo; Satish Nambiar con la brutal experiencia de la ex-Yugoslavia; Aracelly Santana con las pirámides sacrificiales de El Salvador (80.000 muertos o desaparecidos) o Guatemala. 
Conflictos en los que se han enfrentado ejércitos regulares, o bandos perfectamente militarizados, con cadenas de mando, estrategias de conquista y control del territorio, en contextos de abierta guerra civil. 
Y ahora se han encontrado, porque alguien (¿quién?) les ha llamado, con un conflicto sin bandos, en el que una sola banda, cada vez más reducida a panda o pandilla, busca la forma de sustanciar de la manera más conveniente para sus propios intereses la única decisión inteligente y moral que han tomado en sus cinco décadas de existencia: dejar de existir.

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