El mes que viene podremos votar. Todo hace presagiar que las Elecciones Generales del 20 de Diciembre van a ser realmente trascendentales y de pronto se han encendido todas las alarmas. El artículo que Josu Montalbán publica en elconfidencialdigital.com merece la pena ser leído.
Quien ocupe el sillón principal del nuevo Gobierno va a convertir la Moncloa en una mansión llena de preocupaciones. A las inherentes a cualquier gobierno de cuantos han dirigido España después del franquismo habrá que añadir las derivadas de la inestabilidad parlamentaria ahora que el bipartidismo se tambalea, las extraordinarias dificultades que conllevará dar solución al problema que se ha desencadenado en Cataluña, que va a requerir obligatoriamente medidas drásticas y audaces, y seguir respondiendo del modo menos traumático posible a las obligaciones y castigos que, en el plano económico, nos impondrá Europa a base de amenazas de rescate.
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Se trata de unas Elecciones trascendentales por el hecho de que quien dirija la Política española durante los próximos cuatro años se va a ver ante la tesitura de opinar sobre veredictos tan comprometidos como los del caso Urdangarin, el caso Gürtel, la trama Punica, los ERE de Andalucía, los ERE catalanes, el escándalo del expresidente Pujol y su familia, la corrupción del 3% en Cataluña, el caso Bárcenas, y tantos otros acontecimientos dolorosos y miserables que han venido manchando nuestra Historia más reciente. Estando en Euskadi, como estoy, me atrevo a afirmar que la consolidación de la paz y la construcción de la nueva convivencia, tras el final del terrorismo de ETA, sólo va a ser la guinda del pastel.
Bueno será que nos empeñemos en asumir las mayores cotas de responsabilidad ante las próximas Elecciones. No encuentro calificativo más atinado para ellas que “trascendentales”.