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sábado, 7 de noviembre de 2015

Antes, quemando, querían doblegar a la sociedad, ahora a sus ex. ¿Cuándo les van a detener?

El título no se corresponde al artículo que viene a continuación. La pregunta que formulo, teniendo en cuenta que el listado de sospechosos es bastante limitado, me resulta imprescindible no hacerla. Pero el artículo comienza así: 

Cuando el pasado domingo observé las imágenes de los ocho autobuses ardiendo en llamas en las cocheras de Bizkaibus en Derio, consecuencia de un acto de sabotaje, mi mente retrocedió en el tiempo y me permitió recordar imágenes parecidas, que se producían en nuestras calles cuando la siempre mal llamada kale borroka actuaba como complemento necesario en la estrategia de terror que mantenía vigente ETA.

Aspecto que presentaban los autobuses tras el ataque en Derio - EFE
Los hechos son los mismos; es decir, los sabotajes de hace ocho, siete o cinco años y los de este último fin de semana o los de hace un año. Sin embargo, la situación ha cambiado radicalmente. Hace cinco años, cuando ETA mantenía la vigencia de la ‘lucha armada’ y la izquierda abertzale contemplaba la violencia como algo que encajaba dentro de su estrategia o no resultaba incompatible con la misma, la kale borroka violenta tenía el respaldo activo de ETA y el apoyo ideológico, político y social de la izquierda abertzale. Entonces, ante un hecho violento de kale borroka, nadie esperaba una llamada de atención de ETA a los autores, ni tampoco el mínimo reproche por la izquierda abertzale.

En aquellos años, la kale borroka era una expresión más dentro de una estrategia global, cuyo pilar fundamental era la violencia. Estaba al servicio del binomio ETA-Izquierda Abertzale. Esta nueva kale borroka, aunque practica los mismos hechos violentos, no tiene como objetivo principal apelar a la sociedad vasca y a sus instituciones o presionar al Gobierno español, sino más bien presionar a la izquierda abertzale, crear tensiones en sus bases utilizando a los presos y a sus familiares para tal propósito. 

Ésta es la gran diferencia. Hace años con la violencia se pretendía doblegar a la política y a la sociedad. Ahora se quiere apelar a las bases de la izquierda abertzale para modificar su decisión estratégica de hacer política sin violencia. Saben que hacen daño y eso se nota en la respuesta dada por Sortu, en su dificultad para hablar a los suyos de manera clara y firme, sin necesidad de tener que recurrir a la fórmula ya ritual de que «este ataque se enmarca fuera de la estrategia de la izquierda abertzale». 

Xabier Gurrutxaga en Vocento