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El mensaje del famoso autobús de HazteOir contra los niños transexuales es fanático, repugnante, integrista... y además es falso. Hace tiempo que está más que demostrado científicamente que la sexualidad no siempre depende de tus genitales: es un hecho, no una ideología.
El autobús de HazteOir no debería circular, de la misma manera que se debe vetar cualquier publicidad engañosa o determinados mensajes en televisión durante el horario infantil. Debe ser retirado, más aún cuando la mentira de esa campaña puede provocar tanto daño en niños.
Si los seguidores de HazteOir quieren autoengañarse con su odio a la homosexualidad, que lo sigan haciendo en esas conferencias frikis que organizan y a las que no va casi nadie, pero no en el espacio público donde sus falsedades pueden afectar a menores.
La libertad de expresión se pone a prueba cuando lo que escuchas te disgusta pero los dirigentes de HazteOir y los grupos ultracatólicos que los financian no se merecen la cárcel. Sí la mayor de nuestras repulsas. Ese sector de la Iglesia Católica al que representa HazteOir ha perdido en España todas sus batallas culturales durante las últimas cuatro décadas. Perdieron la batalla del divorcio, la del aborto, la del matrimonio gay…
HazteOir representa a un país que ya no existe, a una minoría anacrónica y casposa, superada por sus prejuicios y frustrada por su incapacidad para imponer su moral a los demás, como hicieron durante tanto tiempo.