Euskadi no es Catalunya, el lehendakari Urkullu no es el president Puigdemont y el Parlamento Vasco no tiene nada que ver con el Parlament catalán. Esas tres premisas resumen el espíritu de cercanía y negociación que reina estos días entre PNV y PP, dos partidos que están dando pasos sólidos para tratar de garantizarse el respaldo mutuo a sus respectivos proyectos de Presupuestos, tanto en Vitoria como en Madrid.
El presidente Mariano Rajoy lo tiene claro: si los nacionalistas catalanes dan dolores de cabeza, los vascos pueden deparar justo lo contrario.
Por otra parte, parece evidente que el PNV descarta la posibilidad de acuerdo con las fuerzas progresistas y opta, por el contrario, por pactar con la versión más antisocial del PP.
A cambio, y si el apoyo se concreta, el Gobierno español –gracias a la suma de votos del PP, Ciudadanos, Coalición Canaria y PNV- lograría salvar el trámite de las enmiendas a la totalidad.
Las negociaciones, ya sea en Vitoria o Madrid, están en marcha. Y parece que con muchas, muchas posibilidades de éxito. Siempre me ha llamado la atención la cantidad de tiempo que les lleva a unos y otros teatralizar determinados acuerdos, como si pensasen que tenemos que hacerlo despacito para que nuestros respectivos lo asuman y puedan defenderlo en la calle sin traumas.