Estimado, o no:
Quiero expresarte mi solidaridad con tu dolorosa situación. Tener que aguantar a dos catalanes que hablan catalán entre ellos en el metro de Madrid debe ser como para un neonazi descubrir a dos madrileños hablando entre sí en castellano en el metro de Berlín. Pero como tú no te debes creer neonazi, el motivo de que esa experiencia te provoque malestar debe ser otro. Un poco de odio hacia lo catalán, quizás.
De todas maneras, voy a proponerte diferentes métodos para que escuchar catalán no suponga una experiencia tan traumática.
He visto en tu cuenta de Twitter que eres mejicano. Te recomiendo el que es, sin duda, uno de los mejores discos de la historia de la música: Corazón ranchero. Es de un tal Bertín Osborne. Enciérrate en tu coche. Ponlo a 120 o 130 dB. Umbral del dolor. O mejor aún, a 160 dB. Notarás una especie de pitido al llegar al final de esta obra maestra. Ya está. Cuando vuelvas a estar delante de dos señores de Vic hablando en catalán, les verás mover los labios y se habrá acabado todo. No te llegarán palabras como tanmateix, àdhuc o estirabot. También es probable que experimentes sordera delante de dos británicos hablando en inglés en el metro de Madrid. Ya sé que esos no molestan a casi nadie pero… ¿y la magia de haber escuchado a Bertín a 160 dB? Esa felicidad ya no te la quita nadie.
¿No te gusta mi método? Venga… te propongo otro. Métete toda la salsa de chile habanero que puedas en la boca, sumerge los genitales en salsa de jitomate y úntate el ojete con salsa chipotle. Sé generoso. En estos casos de aversión lingüística es fundamental. Ya verás cómo en unos minutos el picor será tan insoportable que tendrás que estar tan concentrado en buscar agua que incluso serás capaz de aguantar toda la temporada del Teatre Lliure, la décima reposición de Plats bruts y la discografía entera de Lluís Llach sin pestañear. Paraula de català.
¿Tampoco te ha gustado? Pues no sé… quizás te tendrás que acostumbrar a la existencia de personas que no te están hablando a ti y tienen todo el derecho a utilizar la lengua que les plazca, en el metro de Madrid o donde sea.
Por cierto, siendo mejicano me extraña que levantes muros lingüísticos. Hay compatriotas tuyos bastante más preocupados por otros muros. (societatanonima)