Parece ser que si prescindimos de Patxi, el candidato "de la unidad", y estudiamos las posibilidades de los otros dos candidatos, algunos creen que el madrileño, como dicen que ha dicho alto y claro a quien le ha querido escuchar, acatará los resultados de las primarias y cerrará filas con el ganador tras garantizarle absoluta lealtad, recuperando así la tradición socialista que Susana Díaz rompió a las pocas semanas de resultar elegido Pedro Sánchez. No me lo creo pero eso parece que dice.
Por otra parte, si el ganador resulta el madrileño no hay nada más que informar de los planes que, a modo de amenaza, esgrimen un día sí y otro también barones, diputados y periodistas afines a la Comisión Gestora y a Susana Díaz.
Y estos no son otros que, si no lo descabalgan antes con la broma del crowdfunding o cualquier otra vaina que se inventen, no aceptarán la victoria de Pedro Sánchez y en seis meses a lo sumo procurarám llevárselo por segunda vez por delante por el bien de España y la Humanidad y por la españolidad de los huevos fritos con chorizo.
Vamos, que este sindicato de intereses en el que se ha convertido el partido que fundara Pablo Iglesias un dos de mayo de 1879 como un partido inequívocamente de izquierdas, de ninguna forma le va a dejar gobernar de nuevo los destinos del PSOE.
Para entender este contubernio en que se ha convertido el PSOE no hay nada más que ver algunos de los primeros espadas que acompañarán a Susana Díaz en su debut como candidata a las primarias: Felipe González, ZP, Alfonso Guerra, Pérez Rubalcaba, Carme Chacón, Bono, Pepiño Blanco y los barones autonómicos afines excepto Javier Fernández, que no asistirá por ser presidente de la Comisión Gestora (García-Page, Fernández Vara, Lambán y Ximo Puig)
Ellos, todos ellos, por su forma de actuar, por sus conspiraciones obsesivas, por sus puertas giratorias, por sus "pasteleos" con la derecha, por su pérdida de la calle o por su miopía (léase en el caso de Alfonso Guerra, que a la vejez ve comunistas hasta entre los guerristas), sí que han escindido al PSOE de la mayoría de los militantes, que quieren que su partido sea un partido de izquierdas, un partido autónomo, un partido pegado a la calle, un partido de las clases medias y trabajadoras, un partido de los jóvenes, un partido de las mujeres, un partido de los pensionistas, un partido contra las puertas giratorias, el clientelismo y la corrupción… Y no quieren que el PSOE sea un jarrillo lata de la derecha, cómplice de gobiernos levantados a golpe de comisiones; no quieren que sea carne de despachos de influencias.