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jueves, 2 de enero de 2020

Unamuno, aquel sabio que murió de querer entender todo, de pelearse consigo mismo y con todos.


Hoy he desayunado con un excelente artículo sobre Unamuno escrito por Pablo Zapata en El Correo.

Bajo el título de Unamuno, la historia de un hombre, nos recuerda que se oye con frecuencia, en especial a quienes no lo han leído, que Unamuno cambió muchas veces de actitud, de modo de pensar. Yo creo, por el contrario, que él mantuvo sus principios hasta sus últimas consecuencias, que lo que cambiaron fueron las circunstancias que le rodeaban, no él. Unamuno pudo equivocarse, pero ni se traicionó ni se doblegó ante nadie, siempre fue de una pieza, fiel a sí mismo en cada momento.

Nos recordó que vencer no es convencer ni conquistar es convertir, que no se oyen sino voces de odio y de ninguna compasión». (1/12/1936). Y en otra extensa carta del 13 de diciembre en la que se arrepiente de haber apoyado el golpe, dice: «Vencerán, pero no convencerán; conquistarán, pero no convertirán…esta es una campaña contra el liberalismo, no contra el bolchevismo… pobre España!. Que actuales pueden resultar esas palabras. Desgraciadamente. Murió, pero no se apagó del todo su luz aquel atardecer de 31 de diciembre de 1936. Sigue su testimonio eterno, contradictorio, fieramente humano.