Un país donde los neonazis campan a sus anchas, y hasta tienen su propia milicia armada que patrulla las calles de Kiev, como contó en 2018 Descifrando La Guerra, y más recientemente el diario El Mundo, poco sospechoso de estar al servicio del Kremlin.
Tras el Maidan, muchos izquierdistas fueron cazados por los ultraderechistas que lideraron el golpe. O peor, asesinados y quemados vivos con absoluta impunidad, como pasó en la Casa de los Sindicatos de Odessa en 2014, cuando los neonazis dejaron a su paso cerca de cincuenta muertos.
Tras el Maidan, muchos izquierdistas fueron cazados por los ultraderechistas que lideraron el golpe. O peor, asesinados y quemados vivos con absoluta impunidad, como pasó en la Casa de los Sindicatos de Odessa en 2014, cuando los neonazis dejaron a su paso cerca de cincuenta muertos.
Por no hablar del Donbas, porque no lo olvidemos, la guerra que hoy se extiende por Ucrania, empezó hace 8 años allí, y ni los medios ni el No a la Guerra estaban presentes.
Ucrania no es ningún territorio amable por ser cercano a Occidente. Todo lo contrario: tanto Europa como EE.UU han permitido que el país se haya convertido en lugar de peregrinaje y entrenamiento militar para neonazis y fascistas de todo el mundo, como ya advertía Miquel Ramos en este articulo hace unas semanas, y como advertían hasta los propios medios europeos y norteamericanos. Por mucho que el presidente sea judío, y que las fuerzas políticas de extrema derecha tengan poco apoyo en las urnas, las calles son suyas. Y están armados y amparados por el Estado, por la OTAN y por la UE.
Y ahora imaginad el papelón de los ucranianos que repudian a los nazis e incluso que los confronta como puede, ante la invasión del país por parte de una potencia extranjera.
En el articulo titulado ‘Yo estuve en Ucrania, y te están mintiendo’, se cuenta cómo las guerras no las hacen las historias individuales, porque nada hay más colectivo que las guerras.
Yo no me atrevo a aventurar lo que sucederá, pero antes de realizar el análisis geopolítico que bien han hecho otros ya, algunas pequeñas historias ayudan a dejar de ver esto como una película. Como bien dicen en el citado artículo estas personas que estuvieron allí, solo los imbéciles y los fascistas como Marinetti (que decía aquello de que la guerra es bella) pueden idealizarla.