La exagerada respuesta de las derechas políticas al anuncio de medidas fiscales sobre los beneficios extraordinarios de la banca y las empresas eléctricas responde al intento de caracterizar como medidas radicales lo que no es más que sentido común, ya aplicado en otros países europeos.
Por ejemplo, el gobierno italiano de un tal Mario Draghi, poco sospechoso de maoísta, elevó de un 10 al 25% la tasa sobre beneficio de las empresas energéticas. Y el gobierno británico, de poca raigambre trotskista de un tiempo a esta parte, impondrá un impuesto a las eléctricas para recaudar casi 6000 millones de euros con los que financiar bonos para los hogares.
Pero en España el PP se rasga las vestiduras junto al presunto centro liberal de Ciudadanos, o el neofascismo de Vox. Los tres tenores de la "trampa fiscal" que defienden aparentes bajadas de impuestos, sobre todo cuando están en la oposición, son una espada de Damocles sobre las clases populares y las clases medias en España.
Por ejemplo, el gobierno italiano de un tal Mario Draghi, poco sospechoso de maoísta, elevó de un 10 al 25% la tasa sobre beneficio de las empresas energéticas. Y el gobierno británico, de poca raigambre trotskista de un tiempo a esta parte, impondrá un impuesto a las eléctricas para recaudar casi 6000 millones de euros con los que financiar bonos para los hogares.
Pero en España el PP se rasga las vestiduras junto al presunto centro liberal de Ciudadanos, o el neofascismo de Vox. Los tres tenores de la "trampa fiscal" que defienden aparentes bajadas de impuestos, sobre todo cuando están en la oposición, son una espada de Damocles sobre las clases populares y las clases medias en España.