La ví en el Arriaga hace unos meses.
Reconozco que me costó entenderla y sacarle el gusto necesario.
Hoy, en el Pabellón 6 he tenido la oportunidad de volverla a ver,
y hacer las paces con la obra y su representación.
Es de esas obras que conociendo el argumento,
te parece que es imposible llevarla un escenario.
Ramón Barea y su equipo lo han conseguido de manera brillante.
Reconozco que me costó entenderla y sacarle el gusto necesario.
Hoy, en el Pabellón 6 he tenido la oportunidad de volverla a ver,
y hacer las paces con la obra y su representación.
Es de esas obras que conociendo el argumento,
te parece que es imposible llevarla un escenario.
Ramón Barea y su equipo lo han conseguido de manera brillante.
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La obra narra las últimas 24 horas de la vida de Max Estrella, un «hiperbólico andaluz, poeta de odas y madrigales» ya anciano, miserable y ciego, que gozó en algún momento de cierto reconocimiento. En su peregrinaje por un Madrid oscuro, turbio, marginal y sórdido, le acompaña don Latino de Hispalis y le dan la réplica algunos personajes de la bohemia madrileña de la época.
La obra se convierte en una parábola trágica de un país deforme, injusto y opresivo, como es la España del 1920, degradada, desconsiderada con el pueblo llano y llena de corrupción. Una sociedad esperpéntica, que nos recuerda demasiado a la actualidad.
La obra se convierte en una parábola trágica de un país deforme, injusto y opresivo, como es la España del 1920, degradada, desconsiderada con el pueblo llano y llena de corrupción. Una sociedad esperpéntica, que nos recuerda demasiado a la actualidad.