Cuando algo como, por ejemplo, el fútbol, te hace pasar de héroe a villano simplemente porque un balón no ha pasado de la raya correspondiente es razonable pensar que el motivo no es especialmente ni justo, ni razonable ni merece la pena rasgarse las vestiduras por él.
Y es curioso como para mucha "corte futbolera" Luis Enrique era un gran entrenador con un carácter "un poquito" especial, y hoy lo han convertido en villano y alguien que está tardando en dimitir.
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Y ver a los jugadores saliendo del avión con cara triste me resulta cínico, chocante y esperpéntico porque no creo que sus lagrimas sean provocadas por su amor patrio, sino más bien por la perdida de esos emolumentos gigantescos que dejaran de ingresar.