Decía ayer el editorial de EL CORREO que la revisión constitucional propuesta por el rey Mohamed VI a los marroquíes es un neto avance hacia un régimen genuinamente parlamentario. Pero un régimen parlamentario no es garantía de dialogo y democracia. La mayoría de los tiranos se rodean de pelotas a los que sienta en los escaños para que le aplaudan. Franco recuerdo que fue uno de ellos.
Dice que es una juiciosa respuesta a la efervescencia social y política que vive Marruecos y lo justifica, según ellos, en tres puntos que para ellos son clave:
a) "la atribución de verdadero poder al primer ministro, ahora «presidente del Gobierno» salido del partido más votado y que podrá proponer la disolución del Parlamento". Ciertamente solo una sociedad que comienza a soñar con la posibilidad de salir del mundo feudal puede conformarse con eso
b) "la ubicación del poder judicial fuera de toda jurisdicción real y, por tanto, independiente". No nos lo creemos ni aquí, así que cómo vamos a creérnoslo allí.
c) "la desacralización de la persona del soberano, cuya figura será meramente «inviolable» (como la de muchos jefes de Estado, el rey Juan Carlos incluido)". El paso, si no fuese por la gravedad de lo que supone, suena a chiste. Que un dictador siga haciendo creer a su pueblo que es el representante de dios en la Tierra, o que es descendiente del último profeta, en la Europa con dos dedos de frente suena ridículo y esperpéntico. En este apartado tengo que reconocer que en Europa todavía queda gente que no le importaría restablecer esos criterios en nuestra sociedad, algo que solo en regímenes totalitarios pueden conseguir restablecer periódicamente.
Por otra parte, no les falta razón a los que reconocen que pedir todas las cosas de golpe, cuando su adopción tampoco recibiría, ni mucho menos, el aplauso general del pueblo marroquí es irrealista. Pero creer que lo hace por su talante demócrata es considerarnos ingenuos a los demás. Lo hace porque no le queda mas remedio, porque sabe que tiene que soltar cuerda para que el personal no se encabrone contra él, y porque con mirar al vecino de arriba, al "hermano" de su padre, puede observar que la táctica le puede garantizar el seguir viviendo a cuerpo de rey, que en el fondo, es de lo que se trata.