El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

jueves, 1 de septiembre de 2011

El revisionismo de nuestra propia historia.


Esa historia que quieren que comience en el cero que marquen ellos. Igualando a parientes de violadores y a violados, a asesinos y víctimas, a etarras y antifranquistas (como si ETA no hubiera matado a ningún antifranquista), a quien sufre sin saber por qué y al que sufre por haber elegido el camino del enfrentamiento con la sociedad.
A los que han perdido un hijo o una hija con una bomba lapa, y al que tiene a su hijo asesino en la cárcel, sin que ninguno de estos últimos tenga todavía la más mínima consideración con los primeros. Con decir que todos sufren (lo cual es cierto) quieren arreglar el mundo. 
'Todos juntos, todos los colores, todos los sufrimientos' es el nuevo mantra. Constructores de la nueva historia, se ocupan de los cimientos: cerrad los ojos, tapaos la nariz y cubríos las orejas, que nosotros nos hemos dejado nuestras capuchas de Caperucita en casa. Y cuando hayáis hecho todo eso, amaos los unos a los otros así como yo os he jodido. Todo debe ser concordia, qué pena que se nos haya hecho sufrir tanto. La nueva ideología del amor sin condiciones previas.
Me temo que no va a colar. Igual que con la bandera que ahora les vigila desde arriba, tendrán que echar marcha atrás también en esto si no quieren acabar perdiendo algunos de los votos prestados. Y asumir su propia historia: esa que les impide tanto -¿por qué será, si no tenían nada que ver con los terroristas?- condenar a ETA, reconocer a las víctimas y asumir el inmenso daño que han hecho. Unos incomprendidos, no hay más que verlo.