Me
asombra cómo ésta abordando la dirección
del PSE el caso de su vicesecretario general de Bizkaia, Melchor Gil,
tratando de difuminar la gravedad de las irregularidades fiscales, al
pretender focalizar toda su preocupación y atención en la
filtración del expediente fiscal.
El asombro se torna en
preocupación al ver que la dirección socialista no se plantea
destituir de su cargo en el partido hasta que no se le declare como
imputado en el procedimiento penal que pudiera abrirse. El asombro y
la preocupación social se han agravado al oír las declaraciones del
lehendakari, calificando de “errores en la declaración”, al no
haber incluido en sus declaraciones fiscales las importantes sumas
que tras la inspección reconoció, regularizando su situación
mediante el pago de la deuda y la correspondiente multa.
Si los
dirigentes socialistas realmente creen que tras la filtración se
esconde una operación del PNV para desacreditar al lehendakari y
neutralizar al PSE cara a las próximas elecciones autonómicas, está
claro que la estrategia que han elegido para la mejor protección de
Patxi López resulta nefasta desde todos los puntos de vista; sea
éste político, judicial o social. Quede claro mi absoluto rechazo
de las filtraciones de los expedientes fiscales, de Melchor Gil y de
cualquier otro ciudadano, con cargo político o sin él. Pero una
estrategia ofensiva, de respuesta a la supuesta maquinación que se
le atribuye a la Diputación de Bizkaia, requería como condición
primera e indispensable la adopción de medidas en el seno del
partido, particularmente el cese como vicesecretario general de
Bizkaia, en razón a sus ‘olvidos’ en las declaraciones de renta,
que lisa y llanamente forman parte del capítulo conocido como
‘fraude fiscal’.
Xabier Gurrutxaga en Vocento