Hablar de un Estado Laico, no es un tema de Ateísmo, es un tema de Derechos Humanos. Y es un tema de Derechos Humanos porque protege los derechos y la libertad de conciencia de todo individuo, sea de la ideología que sea.
Lo anterior es muy simple, porque cuando a una institución religiosa se le dan privilegios -cuando una institución religiosa recibe financiamiento por parte del Estado (que a la vez viene del impuesto de ciudadanos de otras ideologías), cuando una institución religiosa influye en la legislación y en las decisiones políticas de un país o de una organización internacional-, entonces no estamos hablando del Derecho Humano a la Libertad Religiosa, sino de imposición de una religión y una violación a los Derechos Humanos de personas de otras religiones, creencias y no creencias.
Un Estado Laico no ofrece ningún privilegio ni ataca a ninguna religión. Un Estado Laico propone: los derechos fundamentales de libertad de pensamiento, conciencia y expresión de todo ser humano, contemplados en los artículos 18 y 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; la igualdad de la mujer y su derecho humano a tomar decisiones libres, educadas y responsables sobre sus derechos sexuales y reproductivos; el respeto a los derechos de igualdad y no discriminación para todas las personas LGBT; un Estado libre de influencia de privilegios religiosos; y un Estado de neutralidad en materia de religión, creencias y no creencias.
Por ello, es importante subrayar el punto y aclarar cualquier duda: un Estado Laico es un tema de Derechos Humanos. Y siendo que el principio de la "universalidad" es la piedra angular de los Derechos Humanos, hablar de un Estado Laico es un tema Universal; por lo tanto, nos beneficia a todos.