Sin duda el símbolo de un partido reflejado en la cara de su lider
puede tener enormes connotaciones peligrosas
para quienes creemos en la democracia parlamentaria
y en el debate ideológico,
pero, sin duda, los que menos pueden rasgarse las vestiduras son los que,
bien a base de gaviotas,
esperan que su líder nombre a quien tiene que ser el elegido,
o con rosas en la mano,
aparenten mayor parafernalia democrática,
y elijan a sus líderes de una manera más disimulada,
pero con parecidas carencias democráticas.
Poner una gaviota, una rosa, la pepsi cola o un careto
me producen las mismas sensaciones.
Me importa más oírles y/o escucharles a los candidatos
lo que dicen y hacen en su vida cotidiana,
para poder después votar en consecuencia.